También llamaba la atención el tipo y monto del contrato que tiene.
Hoy La Nación lo encuadra como "un joven experto en informática, runner, con ideas contrarias al Gobierno y que hacía trabajos fuera de la fiscalía de Alberto Nisman , aunque a pedido del fiscal, para encargarse de los cruces de llamadas telefónicas en sus investigaciones".
Ya no es lo que se presentaba los primeros días: un muchacho simpático que le arreglaba las computadoras a Nisman. Tenía otro roles.