lunes, 20 de octubre de 2014

el arte de hacer desaparecer adoquines de las calles porteñas

En realidad tienen dos nombres: el más grande se lo conoce con el clásico adoquín y el más pequeño se le denomina granituyo (las de la imagen), como los conocemos en zonas de producción granítica como la de Tandil o la Isla Martín García. 
Durante la gestión de Maricio Macri se retiraron de las calles (de por sí es un grave error) 42 millones de adoquines y granituyos.  Con los datos aportados por el propio gobierno, según consta en una nota oficial a la que La Nación tuvo acceso, que detalló que para las obras de cordones cuneta se retiraron 83.214 metros lineales de adoquines. Cada metro lineal representa 30 adoquines, lo que totaliza 2.496.000 piezas de granito de un peso aproximado a los cinco kilos cada una.
Según el mismo informe, otras 36.370.738 piezas se retiraron cuando se construyeron las dársenas de hormigón. El cálculo se obtiene de multiplicar los 727.414 m2 informados por el gobierno por 50, que es el número de adoquines que entran en cada metro cuadrado.
Sólo hay existencia 4 millones de piezas. El resto se ignora su destino.
Un pieza cuesta alrededor de siete a nueve pesos y se pueden encontrar en venta la las páginas amarillas y Mercado Libre de la web.
Parte importante de esas piezas pertenecían al patrimonio del diseño destruido de las sierras tandilenses.

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