jueves, 2 de octubre de 2008

rudy se acordó de discepolín

por Rudy


Yo no sé si el mundo fue y será una porquería ya lo sé, lector, porque creo que, mal que bien, uno va encontrando los lugares, las personas, los afectos, todo eso por lo que la vida vale. Pero que este siglo veintiuno es un cambalache, un despliegue de maldad insolente, de Biblia junto al calefón, de que el que no afana es un gil, de que uno vive en la impostura y otro afana en su ambición, y de que da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón, ya no hay quien lo niegue. y eso que Discépolo no se dedicaba a dar clases de astrología, ni era gurú financiero de ninguna empresa, ni consultor senior, ni gerente de marketing, ni nada de eso.
Es cierto, él conoció una crisis, la del ‘30, la que le hizo escribir yira, yira, “la yerba de ayer, secándose al sol”, en el que otro se ponía las pilchas que vos te sacás. Decía “que al mundo nada le importa”, y todas esas cosas que a mucha gente le cuestan años de psicoanálisis, o de calle, entender.
Y ahora, and now, bueno, parece que los bancos de EE.UU., el sistema financiero, eso tan sólido que existe en el mundo, si hace crac no es boom. O por decirlo de alguna manera, parece que el Titanic financiero chocó con un iceberg, y al grito de “¡Los ricos primero, los ricos primero!” todos quieren un lugarcito en los botes salvavidas. El problema es que parece que los botes salvavidas los prestaron a un altísimo interés, y entonces... no están. Algo parecido a lo que mostraban en esa brillante película de los ‘60, Trampa 22 (Catch 22) en la que un soldado se quiere tirar en paracaídas y, al abrirse, en lugar del susodicho, encuentra un vale, un recibo, ya que la tela fue vendida porque era negocio.
Hay quien dice que éste es el fin del neoliberalismo tal como lo conocimos y otros dicen que entonces va a venir uno peor. La cuestión es que hay grandes bancos en grandes problemas, cifras con tantos ceros que parecen que no son nada; pero son demasiado, argentinos que los miramos de reojito diciendo “¡ja, tienen ‘una’ crisis, nosotros ya estamos curados de espanto”, norteamericanos que nos miran de reojo (aunque en general ni nos ven) y dicen: “¿Ustedes creen que tienen crisis, ¡crisis son las nuestras!”. Y así.
Y nosotros ¿qué somos? (Como suelen preguntarle algunas mujeres a su ¿novio/amigo/amante/eventual/quiensabequé?) ¡Somos humoristas! Y por eso, nuestro plan de salvataje es hacer chistes, todos los que podamos. Y compartirlos con usted, lector.




fuente página 12

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que el mundo fue y será una porquería,
ya lo se...
en el quinientos seis
y en el dos mil también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublés...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldad insolente
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor..
ignorante, sabio, chorro,
generoso o estafador
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
¡No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao!
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón...

¡Que falta de respeto,
que atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y «La Mignón»,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
contra un calefón.

Siglo veinte, cambalache
problemático y febril
El que no llora, no mama,
y el que no afana es un gil.
¡Dale nomás! ¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao!
Que a nadie importa
si naciste honrao.
Que es lo mismo el que labura
noche y día, como un buey
que el que vive de los otros,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.