martes, 7 de octubre de 2008

monólogo del buen banquero



Por Juan Sasturain


Mayor delito que robar un banco es fundar uno Bertolt Brecht

1 Sobre el ajuste: El ajuste es el recurso intimidatorio que permite que el sistema de afano no se descompense por relajación del aporte del (único) que pone la guita. Es decir: que el cliente no se distraiga ni respire tranquilo. Ajustar el cinturón, la soga al cuello, el apretón de huevos financiero.
Regla 1ª: Me cagaré en la asfixia del necesitado que necesitó que le prestara su plata.
2 De los clientes: Se llama clientes a los que operan con el banco. Los grandes clientes son las empresas que –entre otras cosas– nos depositan el dinero de los sueldos de su personal para que intermediemos (y cobremos) a la hora diferida de pagar. Los pequeños clientes o la gilada son las personas individuales que no son (ni deben ser) consultadas con respecto al destino de sus salarios. Así, la gilada inconsulta nos presta mensualmente su dinero por unos días, pero el banco jamás le deberá prestar ese dinero propio a la gilada.
Regla 2ª: Me cagaré en la gilada que nunca verá la guita sino numeritos, el resumen trucho de cuentas de lo que yo haga con ella.
3 Acerca del crédito: Se supone que los bancos están hechos para dar créditos a los que los necesiten, pero no es así. Los bancos están hechos para aprovecharse de la necesidad de los que necesitan o aliarse con los que ya tienen para ganar más juntos. El crédito, latinamente hablando, es una cuestión de fe. La clave está en hacer creer a los clientes para que depositen pero no creer en ellos para poder prestarles.
3ª Regla: Me cagaré en efectivo en los que vengan a pedir crédito.

4 De las cuotas: Las cuotas son los segmentos elásticamente extensibles de martirio en que se divide la agonía de un deudor. Las cuotas podrán ser muchas o pocas pero siempre equívocamente “cómodas”, como el reglamento del teto. Hay que convertir las cuotas en obligaciones morales –servir la deuda– sujetas a sanciones cuasi religiosas: el Infierno se llama Embargo.
4ª Regla: Me cagaré con intereses sobre quien se demore en las cuotas.

5 Sobre las cuentas: Se llama cuenta al espacio virtual donde el cliente deposita su dinero de un cómodo saque pero lo saca –si puede– en los tiempos, el término y el modo que el banco decide. Mágicamente, una vez depositado, el dinero del cliente deja de ser suyo. En el interior de la cuenta, las cuentas las hace el banco; los clientes y la gilada en general sólo verán el resultado.
5ª Regla: Me cagaré en los titulares y suplentes de cuenta y manejaré la guita en los tiempos y formas que se me canten.

6 Acerca de los depósitos: Son los aportes al banco de los clientes que tiene un excedente que no utilizan y cuya suma se supone debería servir para constituir una masa de dinero que pueda ser prestada a los que les haga falta. El banco sería el intermediario oficioso, que obtendría sus lógicos beneficios de la diferencia entre lo que paga por recibir y lo que cobra por prestar. Ja.
6ª Regla: Me cagaré en la ingenuidad o voracidad de los depositantes pagando ínfimas o peligrosas tasas incobrables.

7 De las garantías: Las garantías y los garantes son los rehenes legales con los que extorsionaremos al cliente desesperado. Una garantía ha de ser solvente (que se pueda exprimir) y ejecutable (que se pueda sentenciar). Una especie de doble mejorado, más sólido y a la vez más vulnerable que el titular, su muñeco en viva imagen, sujeto a vudú.
7ª regla: Me cagaré en el cliente exigiéndole comprometidas garantías a las que también haré cagar.

8 Sobre la inflación: La inflación es un mal absoluto, perversión habitual de los gobiernos populistas que incentivan el consumo, pecan en atraso cambiario y descuidan tarifas y cuentas públicas. Su custodio es el Indec, entidad sospechosa y manipulable a la que debemos, sin embargo, uno de los neologismo verbales que más satisfacciones nos han dado en su momento: indexar. La indexación es la operación mensual de ajuste digital por la cual se introduce el índice (ajustadamente) en el ano del llamado beneficiario del crédito.
8ª Regla: Me cagaré en la inflación y/o contribuiré a ella mientras protesto, pero indexaré hasta hacer cagar al engrampado en un crédito.

9 Del interés y los intereses: Hay que discriminar entre lo singular y lo plural. El interés del banco es permanente, siempre el mismo: el lucro, hacer guita de cualquier manera. Para que se logre el cumplimiento de los objetivos que se corresponden con ese interés básico, es necesario que los intereses –ese porcentaje del que vivimos y con el que dejamos morir– sean variables según nuestro puro arbitrio.
9ª Regla: Me cagaré en todo interés que no sea el del banco, y usaré los intereses para cagarme en todos.

10 Acerca de las tasas: Las tasas son una taza que –pese a lo que le digamos a la gilada– no derrama ni siquiera la leche de la clemencia. La tasa se fija para asegurarse, pegar primero, preservarse, no dejar de ganar lo necesario para seguir lucrando. No vaya a ser que. Cuando se rompe o deteriora una tasa, el cliente siempre la debe pagar como nueva.
10ª regla: Me cagaré en una tasa bien grande y se la haré compartir democráticamente a todos mis clientes.

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